“El hombre razonable se adapta al mundo; el irracional
insiste en intentar adaptar el mundo a sí mismo. Por tanto, todo progreso depende
del hombre irracional”
George Bernard Shaw.
Desde hace algún tiempo entendí que la diferencia entre la locura y la
genialidad está enmarcada por los resultados, no puedo dejar de imaginarme
grandes gestores del cambio en su época siendo juzgados por pensar diferente,
un claro ejemplo fue Galileo Galilei (padre de las ciencias modernas) quien se
atrevió a pensar que la tierra no era el centro del universo, creencia que casi
le cuesta la vida, u otro ejemplo como lo fue Jesús cuyas ideas de cambio si lo
llevaron a la cruz. Me detengo a mencionar esto, porque me interesa crear un
contexto que permita inferir que los grandes cambios no siempre (casi nunca)
son bien aceptados y más bien son acompañados de una fuerte oposición.
Nuestro diario vivir nos muestra que nuestra sociedad se enfrenta a
grandes retos que han potenciado problemas ya existentes, problemas como son la
ausencia de justicia, la inequidad social, malos estándares de educación, entre
muchos más. Pero, ¿cómo enfrentar este tipo de fenómenos inevitables?, porque
líderes que se encarguen de mostrarnos todas las falencias existen y muchos,
pero líderes que promuevan soluciones reales a nuestros problemas brillan por
su ausencia.
De lo anterior, debo mencionar una conclusión obvia, solo el
empoderamiento de cada uno de los miembros de la sociedad podrá traducirse en
un cambio social, en todos los aspectos relevantes para el desarrollo
sostenible (social, medio ambiental y económico), es necesario entender la
responsabilidad individual en la elección de nuestros líderes, en la
incapacidad institucional por ser un estado eficiente y que responda a las
necesidades de una sociedad en franco proceso de deterioro, pero esta
responsabilidad no puede entenderse como el espíritu de queja continua sino
como la capacidad de promover cambios sociales desde el cambio personal.
Hace algún tiempo en un programa de NatGeo (Somos monos - https://www.youtube.com/watch?v=xfvNJCf43-8) se concluyó que una persona si hace el cambio,
entonces no podemos esperar que otros inicien el cambio, tenemos que ser el motor
del cambio y que a través de nuestro cambio la sociedad cambie.
Creo en la emotividad de la economía, es decir, que cuando estamos de
buen ánimo aumentamos el consumo y cuando aumentamos el consumo la economía necesariamente
se dinamiza y todos nos beneficiamos de este círculo virtuoso, es la única
manera de explicar los aumentos del gasto en fechas y periodos específicos. Con
lo anterior no pretendo desconozcamos realidades palpables, solo que creamos en
nuestra capacidad de salir adelante a pesar de las adversidades, debemos aceptarnos
como una sociedad resiliente[1] e
imbatible.
Es necesario aceptar que como sociedad no existe la posibilidad de
rendirnos, así que si solo tenemos una opción es mejor que esa opción nos lleve
al destino que deseamos. Término como inicie, SOMOS SIMIOS RESILIENTES y somos
una sociedad imbatible SI ASÍ LO DECIDIMOS CADA UNO DE NOSOTROS.
[1] Resiliencia. En psicología, capacidad que tiene una
persona para superar circunstancias traumáticas como la muerte de un ser
querido, un accidente, etc.